Smith miró extrañado fuera, mientras, arriba, los dos desconocidos ignoraban el temporal y dedicaban su atención a otros asuntos.
El día siguiente Carl cogería el tren de las 8h, dormiría de nuevo en su cama un par de horas y regresaría con el coche dirección al extraño pueblo. Subió las escaleras dispuesto a dormir un poco mientras recordaba las palabras de los lugareños "Hace una semana pasó lo mismo" "También por la noche".
Se quedó observando el cielo mientras se cambiaba, a lo lejos en la colina estaba la casa solitaria de Smythe, mientras se abrochaba los botones le daba vueltas a los acontecimientos y la información recogida. Por la mañana, mientras él viajaba en tren, Silver iría a aquella casa e informaría de las novedades al patrón.
En aquel momento de reflexión, con la mirada perdida en la inmesidad de la noche, observó como una ráfaga de rayos caia en una arboleda cercana a la casa de Smythe.
Unas horas más tarde ya en la estación, Silver se despedía de Carl "Al pendón que llevabas anoche bajo el brazo, le pagarás de tu parte. No tengo porqué pagarte tus rameras." Silver quiso responderle algo desagradable, pero eso podía llevar a una discusión más grande que no quería manejar ahora. "Compañero, esa lengua tuya te buscará más de un problema. La "profe" puede ayudarnos con la gente de aquí..." Mientras Carl ponía un pie en el 2º vagón "A ti te ayudará con tu entrepierna, a mi no me hace falta ninguna pordiosera para acabar el trabajo" Con esto desapareció entre las entrañas de la máquina y dejó a Silver con la palabra en la boca.
El cuerpo de la mujer se retorcía entre las sábanas, se abrió la puerta "¿Sigues dormida?" ésta respondió con un ronroneo, después estiró el brazo y agarró el cinturón del intruso para atraerlo hacia sí "¿Cuanto falta para tu cita con el ricachón?" El hombre lanzó el gabán contra la percha, cayendo ambos al suelo. Entretanto sonaba el rugido de un motor frente a la casa de Munger.
Unas horas más tarde ya en la estación, Silver se despedía de Carl "Al pendón que llevabas anoche bajo el brazo, le pagarás de tu parte. No tengo porqué pagarte tus rameras." Silver quiso responderle algo desagradable, pero eso podía llevar a una discusión más grande que no quería manejar ahora. "Compañero, esa lengua tuya te buscará más de un problema. La "profe" puede ayudarnos con la gente de aquí..." Mientras Carl ponía un pie en el 2º vagón "A ti te ayudará con tu entrepierna, a mi no me hace falta ninguna pordiosera para acabar el trabajo" Con esto desapareció entre las entrañas de la máquina y dejó a Silver con la palabra en la boca.
El cuerpo de la mujer se retorcía entre las sábanas, se abrió la puerta "¿Sigues dormida?" ésta respondió con un ronroneo, después estiró el brazo y agarró el cinturón del intruso para atraerlo hacia sí "¿Cuanto falta para tu cita con el ricachón?" El hombre lanzó el gabán contra la percha, cayendo ambos al suelo. Entretanto sonaba el rugido de un motor frente a la casa de Munger.
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