El sabio pashtún

viernes, 8 de enero de 2010


-Los pacientes -

Le aplicarás estos aceites a tu mujer, pero nunca durante la menstruación; durante esos días que se quede en casa y que no se acerque a los animales. Jared abandonó la cabaña del sabio en dirección a la suya. El viento arenoso se metía por todos lados y la gente se resguardaba en casa, al verlo pasar cuchicheaban y Jared, consciente de ello, los ignoraba y alzaba la cabeza mostrándose orgulloso.

Mita acudió a la cabaña del sabio con un grave dolor de espalda. Había tenido que cargar a una de sus ovejas durante dos horas desde los riscos hasta el poblado, atravesando el valle de caminos inestables. Los paños calientes, los masajes y las hierbas de Rashid habían hecho desaparecer el dolor; tal fue la gratitud de Mita que lo abrazó y lo llamó hermano.

Llegó el día en que la mujer de Rashid empezó a tener vómitos y diarrea. El curandero sabía que ella moriría si no le traía la flor negra del desierto. Sólo otro sabio la poseía y debería viajar un largo trecho, podría dar un rodeo por las montañas, pero el tiempo apremiaba y tenía que atravesar el valle, donde habitaban ladrones y alimañas demasiado peligrosas como para recorrer el camino sólo.


-El viaje. 2ª parte-

Estoy atrapado. He caído en una fosa en la que sólo entra un hilo de luz. Me duele todo el cuerpo, todo excepto la pierna derecha, que se encuentra bajo una roca que, por su posición y peso, me es imposible mover. Que destino tan horrible, morir de sed en el Valle de los leones. El pueblo del que vengo me respeta, pues soy sabio y médico del lugar. He dado buenos consejos, he recomendado las mejores rutas a través de este valle; terrible ironía verme muerto por haberme equivocado, no tanto con el camino, si no con los acompañantes ¡Malditos sean Jared y Mita!

He agotado ya mi odre de agua. Apenas me queda comida y además está seca, lo que me provocará más sed. He decidido lanzarla tan lejos como me ha sido posible. Moriré de sed antes que de hambre, no veo la necesidad de deshidratarme antes de tiempo, todavía rezo por el milagro.
"Me aburres" ¿De donde sale esa voz? "No me aportas el más mínimo entusiasmo, me aburres." ¿¡Hay alguien ahí!? "No idiota, no hay nadie. Menudo sabio estás hecho" No estoy todavía deshidratado, no deberían llegar tan pronto las alucinaciones "Creo que me voy a divertir un rato contigo antes de pasar página" ¿Quien eres?
¡Por lo más sagrado! La roca que había sobre mi pierna ha desaparecido ¡Y además puedo moverme!.
Pero ¿Qué es ese rumor? piedras pequeñas comienzan a desprenderse del techo "Más te vale correr, sabio" Sólo me queda un pequeño pasillo de diez palmos de alto ¡Las piedras siguen cayendo! ¡Cada vez más fuerte! Al tiempo que corro, oigo al principio del pasillo como se desprenden partes más grandes y como la frágil estructura en la que me encuentro se derrumba ¡Señor, señor, apiádate de mí! "¿No te das cuenta? tu único señor soy yo" El estruendo es cada vez mayor, me arden las piernas y cada vez más cascotes caen sobre mí "Corre sabio" ¡Una pendiente hacia la libertad, salvado! Me estoy despellejando las manos mientras veo como el camino recorrido ya no existe, la luz del sol me está cegando, me duelen los ojos ¡Qué dolor tan esperado! "Me sigues aburriendo".

-El viaje. 1ª parte-

Mita se sentía cansado, tres días caminando sin descanso. Paso tras paso, paso tras paso, arrastraba los pies agradeciendo que el sol se ocultase ya entre las montañas. "Vamos a detenernos, está oscureciendo" dijo Jared. "Todavía quedan dos horas de luz, vamos, por favor, amigos. Cuando os sintáis cansados, pensad que lo hacéis por una mujer enferma. Ella está mil veces peor que nosotros."
Siempre la misma monserga, nos culpabiliza a nosotros, cuando él es el sabio ¡Dios! que cansado estoy, al menos nos podría dar algún brebaje. "Aguanta, Mita. Tengo guardada una sorpresa para ti." Mita miró alrededor, preguntó a sus compañeros si habían escuchado algo. Decidieron buscar refugio y descansar.

Llegaron a un poblado a quinientas varas de altura, entre bueyes y corderos se hallaba una casa de adobe de dos plantas. Rashid pasó todo el día entre aquellas paredes mientras los otros dos viajeros esperaban fuera junto a una veintena de mujeres que tejían.

El sabio salió de la tienda con una caja del tamaño de un libro. "Mita ¿Sabes cuantos carneros podrías comprar con esa flor?" Mita miró a todas partes y cuando atrajo la atención de Jared, desvió la mirada al suelo. "Yo te ayudaré, Mita. Tendrás el mayor rebaño de todo el valle" ¡Calla, calla! Maldita voz ¡Cállate ya! Deja de envenenar mi conciencia "Podrás mantener a diez mujeres más. Yo te ayudaré, Mita".

Aquella noche encontraron una zona resguardada del viento, encendieron un fuego, cenaron y se acostaron. Cuando el fuego ya sólo era brasas, Mita se acostó junto a Jared, le pasó la mano por el pecho y este se despertó. Escrutó a Mita y este le respondió "Se que nunca has estado con un hombre, Jared" deslizó la mano hacia el vientre "En nuestro pueblo, nadie se ha acercado a ti desde hace mucho tiempo y se que no amas a tu mujer". "Te estás equivocando Mita. Rashid me curó" Mita acarició su entrepierna y movió la mano en círculos "¿Estás seguro?". Jared contuvo la respiración mientras se mordía el labio inferior. "Necesito esa flor, quiero que la consigas para mi".


-El destino de Rashid-

He vuelto a caer preso bajo el peso de una roca, aunque ahora el Sol quema mi piel ¿Por qué me das esperanzas para quitármelas de nuevo? Preferiría estar muerto y sepultado en aquel túnel "Sigues sin entender, patético personaje. He leído tu destino, pero no me ha gustado, he preferido alargarlo un poco más. Por diversión supongo, en cuanto me aburra me marcharé y te dejaré ahí tirado. Eres un penoso personaje ¿Implorabas  a tu Dios? ¡Por favor! Tienes miles de dioses y todos ellos te han hecho repetir tu historia una y otra vez. Alguno te dará un destino distinto, pero no te equivoques, estás condenado ¡Nosotros los lectores estamos aquí para divertirnos a tu costa!

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