The day of Cthulhu capítulo 28

viernes, 23 de julio de 2010

No hay ningún color, no existe ninguna dimensión, de nuevo, sólo está el verbo.
"No te necesito"
"¿Y quien dice que te necesite? Eres tan estúpido que no ves que he venido a matarte."
"No lo conseguirás, todavía estoy aquí."
" 'Aquí' ¿Donde? Estás en la celda donde he pasado todo este tiempo. Yo escapé, pero a ti no te dejaré salir. "
"Es mi cuerpo y mi mente ¡Vete!"
"No, formo parte de ti y me necesitas. No puedes soportar los horrores que hay ahí fuera, pero yo si; tu revivirás tus recuerdos una y otra vez, hasta que el tiempo los acabe borrando. Has dominado este cuerpo durante 50 años, pero ya no más. Ahora el tiempo es mío."
"¡No! Regresa ¡No te lo permitiré!"
"Adiós Adam, no volveremos a vernos. Ahora tengo que salvar el mundo que acabo de conseguir".

Se hicieron las nubes, la tierra que pisar, la brisa y la sangre, todo lo demás era indescriptible. El cuerpo de Adam Smythe hizó una flexión para levantarse, el pelo le cayó sobre la frente, ocultando su rostro.

"De nuevo aquí, esta vez para siempre." Vocablos inconcebibles salieron de lo más profundo de su ser, el claro en el bosque se iluminó con un verde pegajoso que manchaba la piel de sudor infecto.

El Ford T bajaba a 60km/h, más rápido que nunca. Las piedras le hacían saltar, al fondo se distinguía un amasijo de madera y ceniza húmeda, otrora un pueblo vivo.

El cielo se despejó progresivamente, no hubo más truenos, la oscuridad fue bañada por la Luna y las estrellas. El mundo parecía un poco más cuerdo. El telón se cerró de nuevo y el último tentáculo se ocultó tras él.

 Los ojos bien abiertos, la artillería sonaba de nuevo en su cabeza, el miedo, el pensamiento salvaje. Algo cambió en el ambiente, Carl parpadeó dos veces. Estaba de nuevo en la montaña, un poco de luz cayó desde el cielo y al poco, varias figuras se vieron entre las estrellas.

El coche se ladeó, unas zarpas atravesaron el techo y el parabrisas empezó a fundirse como mantequilla al sol.

Carl dio un frenazo y movió el volante a un lado y a otro. Lo que había sobre el techo se agarraba bien. El cristal fundido cayó sobre la pierna derecha de Carl, haciéndole perder el control del volante. El lateral del vehículo se arrugó al golpear un árbol grueso convertido en pasta de ceniza, que se evaporó con el impacto, el Ford seguía cuesta abajo. El detective pisó el freno y redujo la velocidad a la mitad, el bicho destripó el techo y aún así seguía aferrado, Carl aprovechó para tantear el fondo del coche. Asomó la cabeza a la altura del volante y un caos de prismas transparentes apareció frente a él. La criatura apartó la cabeza a tiempo para evitar un cerrojazo del calibre 45, cuatro disparos al techo; cargador vacío.


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