"El mayor peligro es la posible infección, para ello le he aplicado una dósis de Salvarsán. Por lo demás está de una pieza, que ya es mucho." "¿No había hospitales?" "Las carreteras de por aquí son un nido de baches. Era mejor no moverlo." "En un par de días más estaré bien, no os preocupeis" bromeó Silver. El doctor lanzó una mirada de resignación. "Yo ya le he advertido de los peligros, no debería irse hasta que se lo indique. Él verá".
"Will, nos vamos a encontrar el 'Símbolo amarillo' ese o lo que quiera que se esconda allí. No intentes levantarte." "Siempre cuidas de mí, soldado" Se estrecharon la mano y se despidieron.
El frío se había instalado en Black Knobb, había poca gente por las calles, los que se atrevían a salir iban cubiertos hasta las cejas. Tres figuras se dirigieron colina arriba en el vehículo de Smith. "Voy a ir a hablar con el patrón, quedaos aquí" "Ningún problema" dijo La profe desde el asiento trasero, mientras acariciaba la pierna de Munger. Al salir, Carl se dio cuenta de la complicidad entre ambos "Charles ¿Saben tu mujer y tu hija lo que haces cuando sales de casa?" Éste se enrojeció, mientras la profe le besaba el cuello.
"El desgraciado parece un santurrón"
Llamó a la puerta y esperó. Nada. Estaba echado el cerrojo. Miró hacia el coche y vio a los dos enamorados. Carl se sentó en el balancín del porche, había un revistero, en él encontró un libro con un marcapáginas.
Consiguió leer hasta la página 17, luego se hartó, llegó hasta el coche y lo sacudió poniendo a prueba la suspensión "¡Salid ya! El viejo no viene y me estoy congelando ahí sentado".
"¡Venid!" Charles señalaba un rastro claro de pisadas en la nieve. Anduvieron largo tiempo hasta un claro que se formaba de manera artificial. Los árboles habían desaparecido de raíz, en su lugar hallaron 9 monolitos alineados en forma de cuña, apuntando 20º más al norte de la casa.
"¡Dios mio! ¿Qué es esto?" -señaló Munger. Carl interrogó con la mirada a los otros dos, pero estaban tan estupefactos como él. Las nueve piedras se elevaban en medio del bosque, apuntando al cielo, dejándose acariciar por los copos de nieve. Se acercaron despacio, todavía estupefactos, preguntandose quien había elevado estas construcciones de un hombre y medio de altura, con que propósito y cuando. La construcción era reciente, de lo contrario, el pueblo entero se habría hecho eco del suceso. -Si sólo hubiese gastado unos dólares en una cámara- Se lamentó el periodista, mientras Carl y La profe examinaban los bloques de "cemento, ya se lo dije a Silver, el viejo había comprado mucho cemento ¡Y nadie vio las obras!" "¿Crees que ha sido Smythe?" "Fue su jardinero quien nos disparó, fue él quien mandó comprar tanto cemento para contruir esto" "Si todo esto es obra suya ¿Por qué nos ha contratado?" La profe tocó uno de los monolitos, inmediatamente apartó la mano con miedo y observó sorprendida como la imagen de la piedra comenzaba a turbarse y girar poco a poco, se apoyó en ella para no caer, ahora su respiración se agitaba y sus rodillas tocaron la nieve sin que sus manos se despegasen del monolito. Cuando sus compañeros se acercaron cayó definitivamente al suelo, llevándose las manos a los ojos y lanzando un grito espeluznante de dolor.
"Will, nos vamos a encontrar el 'Símbolo amarillo' ese o lo que quiera que se esconda allí. No intentes levantarte." "Siempre cuidas de mí, soldado" Se estrecharon la mano y se despidieron.
El frío se había instalado en Black Knobb, había poca gente por las calles, los que se atrevían a salir iban cubiertos hasta las cejas. Tres figuras se dirigieron colina arriba en el vehículo de Smith. "Voy a ir a hablar con el patrón, quedaos aquí" "Ningún problema" dijo La profe desde el asiento trasero, mientras acariciaba la pierna de Munger. Al salir, Carl se dio cuenta de la complicidad entre ambos "Charles ¿Saben tu mujer y tu hija lo que haces cuando sales de casa?" Éste se enrojeció, mientras la profe le besaba el cuello.
"El desgraciado parece un santurrón"
Llamó a la puerta y esperó. Nada. Estaba echado el cerrojo. Miró hacia el coche y vio a los dos enamorados. Carl se sentó en el balancín del porche, había un revistero, en él encontró un libro con un marcapáginas.
Consiguió leer hasta la página 17, luego se hartó, llegó hasta el coche y lo sacudió poniendo a prueba la suspensión "¡Salid ya! El viejo no viene y me estoy congelando ahí sentado".
"¡Venid!" Charles señalaba un rastro claro de pisadas en la nieve. Anduvieron largo tiempo hasta un claro que se formaba de manera artificial. Los árboles habían desaparecido de raíz, en su lugar hallaron 9 monolitos alineados en forma de cuña, apuntando 20º más al norte de la casa.
"¡Dios mio! ¿Qué es esto?" -señaló Munger. Carl interrogó con la mirada a los otros dos, pero estaban tan estupefactos como él. Las nueve piedras se elevaban en medio del bosque, apuntando al cielo, dejándose acariciar por los copos de nieve. Se acercaron despacio, todavía estupefactos, preguntandose quien había elevado estas construcciones de un hombre y medio de altura, con que propósito y cuando. La construcción era reciente, de lo contrario, el pueblo entero se habría hecho eco del suceso. -Si sólo hubiese gastado unos dólares en una cámara- Se lamentó el periodista, mientras Carl y La profe examinaban los bloques de "cemento, ya se lo dije a Silver, el viejo había comprado mucho cemento ¡Y nadie vio las obras!" "¿Crees que ha sido Smythe?" "Fue su jardinero quien nos disparó, fue él quien mandó comprar tanto cemento para contruir esto" "Si todo esto es obra suya ¿Por qué nos ha contratado?" La profe tocó uno de los monolitos, inmediatamente apartó la mano con miedo y observó sorprendida como la imagen de la piedra comenzaba a turbarse y girar poco a poco, se apoyó en ella para no caer, ahora su respiración se agitaba y sus rodillas tocaron la nieve sin que sus manos se despegasen del monolito. Cuando sus compañeros se acercaron cayó definitivamente al suelo, llevándose las manos a los ojos y lanzando un grito espeluznante de dolor.
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